jueves, 29 de marzo de 2007

La orientacion cuando se caza al rececho

Los americanos, verdaderos campeones de las estadísticas, han demostrado que el cazador promedio no se interna por sí solo más de 600 metros en lugares desconocidos, y que esa es la distancia límite que está dispuesto a alejarse de su campamento o del lugar donde aparcó el vehículo, siempre y cuando el terreno no sea muy sucio y le permita algún tipo de contacto visual con una sólida referencia. Supongo que el resto de nosotros debe alcanzar un marca similar, la cual para cazar al rececho con alguna expectativa de éxito es una marca bastante pobre.
Evidentemente que internarse 600 metros desde una carretera asfaltada o desde el campamento no resultará en una distancia adecuada, ya que la fauna con su fino olfato, oído o visión puede detectar la mayoría de los intrusos en un radio como ese sin mayores dificultades. Por supuesto que existen excepciones, pero uno no puede salir de caza contando de antemano con ellas, por lo cual las dejaremos de lado.
De modo que no nos queda más remedio que aceptar que para cazar uno debe ser capaz de adentrase en un terreno desconocido y poder salir del mismo sin muchas vueltas. Es más, hasta que no se adquiere esa confianza, será imposible cazar a solas y dependeremos siempre de un tercero.
El problema es que una de las falencias de los humanos es su grave falta de orientación innata, y sólo podemos orientarnos empelando algún instrumento, como la brújula, o trucos elementales como puede ser la posición de los astros, todo lo cual exige un cierto grado de raciocinio, ya que lo que es esto de orientarnos automáticamente y sin margen de error como los pájaros es algo desconocido entre nosotros. Peor aún, para ubicarnos geográficamente, esto es saber exactamente donde nos encontramos, necesitamos al menos de dos referencias, una brújula y de un mapa.
En fin, todo un engorro, y sí pensaba que podía aprender en éste lugar una forma de andar alegremente dentro del monte sin una brújula y la ayuda del mapa, puede ir dejando de leer. Aquí, a lo sumo y con suerte, aprenderá a moverse en los espacios desconocidos sin temor, y a hacerlo en una forma sencilla, pero siempre dependiendo de una brújula en el campo, y al menos haber memorizado un par de mapas antes de entrar al mismo. Mire, dele las vueltas que quiera, pero al menos que use un GPS junto con un mapa, lo cual implica muchos más riesgos y trabajo que utilizar una brújula, las reglas del juego son así.
Para recechar desde un punto fijo, ya sea el automóvil o un campamento, no se necesita un GPS. Con los mapas en el campamento y una brújula en el campo alcanza. Recuerde que un buen recechista dentro del monte se mueve muy lentamente, y a lo sumo podrá cubrir unos dos kilómetros lineales por día, lo cual es una enorme distancia a recorrer y revisar.

COMO DESPLAZARSE SIN TEMOR A PERDERSE.
El humano sólo le teme a lo desconocido, pero sí antes de entrar a un terreno nuevo hemos estudiado los mapas del lugar, el temor desaparece, y uno puede concentrase en la cacería.

Ésta es la forma en que se ve a través del visor de la pínula. La marcación en negro, en éste caso 113 grados, es el rumbo fijado, o hacia dónde queremos marchar. Arriba de los grados en negro aparece el rumbo inverso, en rojo, que representa la dirección por la cual debemos de retornar al punto de partida, que en éste caso es de 293 grados, que resulta de sumar 180 grados, o rumbo inverso, a los 113 del rumbo fijado inicialmente (113 rumbo inicial + 180 = 293 rumbo de retorno).
Para poder desplazarnos libremente prescindiendo de guía o de un GPS y el correspondiente mapa, es necesario obtener un plano de la zona antes de entrar en la misma, y estudiarlo concienzudamente.
Recuerde que sí está cazando al rececho no cubrirá un área mayor a dos kilómetros lineales en el mejor de los casos, por lo que no es tanto lo que debe de memorizar. Además, y esto servirá para infundirle coraje, nunca estará a más de dos mil metros de la base. Al menos esto será así al comienzo, hasta que comience a tomar confianza en sus habilidades como navegante.
No entraremos aquí en detalles sobre cómo se navega con distintos tipos de brújulas ni sobre el uso de los mapas, ya que esto no pretende ser un curso de navegación, y por que el conocimiento se puede adquirir de cualquier libro de supervivencia.
Lo primero que se debe hacer es orientar el mapa de la zona según los puntos cardinales. Cuanto más detallado sea el mapa, o sea cuanto menor sea la escala, más detalles brindará. Asegúrese que el mapa es reciente, o de lo contrario se expone a encontrase con sorpresas en el terreno. El ser humano es muy dañino, y dónde en un mapa de hace 5 años atrás figuraba un hermoso bosque ahora puede encontrase con una autopista.
En lugar de un mapa topográfico puede utilizar un imagen satelital o una fotografía aérea, aunque lo ideal es tener los tres, particularmente en zonas de montañas y de bosques con más de un tipo de árboles.
Una vez con el documento orientado fíjese hasta que punto puede alcanzar con su vehículo o a pié por una senda bien delimitada y márquelo con una cruz. Ese será su punto de partida hacia lo desconocido, y al cual debe de regresar a salvo.
Estudie en el mapa o en las fotografías e imágenes, cuales pueden ser los lugares más productivos, dónde hay sembrados que puedan atraer a la fauna, cuales son los obstáculos que se presentan a simple vista (ríos, lagunas, pantanos, cerros, etc), y mida distancias a esos lugares desde su base, utilizando la escala provista para ello. Aproveche para calcular los tiempos que le insumirá cada desplazamiento.
Ésta etapa suele llevar horas de estudio, y es necesario volver a esos documentos una y otra vez con el correr de los días, hasta estar seguro de tener una idea clara de la topografía y de cómo desea hacer su primera recorrida, las distancias a recorrer, las dificultades a sortear, y cuales son los puntos que desea alcanzar.
No pretenda en su primer salida orientarse, navegar y cazar al mismo tiempo, pues terminará no haciendo nada de las tres cosas correctamente. Su primer intento debe ser de práctica, haciendo recorridos cortos y sencillos hasta adquirir confianza y experiencia. Comience aprendiendo a determinar el rumbo a seguir para marchar desde A hacia B y cómo calcular el rumbo inverso para regresar.

UTILIZANDO LOS ACCIDENTES NATURALES PARA NAVEGAR.

Fíjese sí en le mapa o fotografía aparecen accidentes naturales como arroyos o ríos, o artificiales como líneas de alta tensión, cercas o alambradas que pueda utilizar como referencia y guía, y planee salidas utilizando estos accidentes para navegar.
Un arroyo de montaña en medio de un bosque tupido es la mejor guía que se pueda pedir.
En particular los cursos de agua son buenas referencias, siempre hay vida en sus alrededores, y como ocupan la parte más declive y plana del terreno facilitan el tránsito. Una ventaja adicional que ofrecen es que sus riberas suelen ofrecer buena cobertura para la fauna y para el desplazamiento del cazador, y además en las mismas es frecuente encontrar huellas de los lugares utilizados como cruce y como abrevaderos.
La mejor época del año para adquirir estas habilidades, y de paso para llevar a cabo el reconocimiento del lugar es durante el mes previo a la apertura de la temporada. Reemplace el arma por una cámara fotográfica, y agregue un mapa del lugar y un marcador. En la medida en que descubra signos interesantes, márquelos. La próxima vez que entre al lugar será un experto y jugará de local y no como visitante.
Obtenga fotografías y consigne el número de cada una de ellas en el plano, de manera que cuando las revele sepa a que lugar corresponden.

MARCANDO EL RUMBO DE ENTRADA Y .....DE SALIDA!

En los lugares cerrados, como los bosques, el rumbo se marca cada 50 metros, y se navega de marcación en marcación.
No es posible navegar en los espacios de visibilidad reducida con la brújula en la mano y cazar al mismo tiempo. Lo que se hace es escoger con la pínula un punto de referencia a lo largo del rumbo que deseamos recorrer, por ejemplo un árbol determinado a 50 metros, se guarda el instrumento en el bolsillo y se navega cazando hasta el mismo.
Cincuenta metros no es una gran distancia, pero cazando al rececho uno puede tardar una eternidad en recorrerlos, y sí se tiene una buena referencia por delante no es necesario perder tiempo ni distraerse dedicándose a la navegación.
Una vez arriba al objetivo, se repite la operación, pero siempre a lo largo del rumbo escogido, al menos hasta estar realmente práctico en navegación por brújula. Esto se puede repetir hasta alcanzar un punto determinado previamente seleccionado, como la ribera de un arroyo, para luego cazar a lo largo del mismo. Para facilitar el retorno se puede marcar con una cinta de color colgada en un lugar visible el punto dónde el rumbo primario hizo intersección en el arroyo.
De ésta manera se utiliza el curso de agua como un "pasamanos" sencillo de seguir, sin temor a desorientarse. En una segunda salida se puede trazar el curso hasta el arroyo, cazar a lo largo de su ribera, cruzarlo y marcando un nuevo rumbo (pierna) internarse en le bosque del lado opuesto.
Una alternativa práctica a este aprendizaje unipersonal es la de inscribirse en un curso del nuevo deporte conocido como Orienteering (orientación Deportiva), que además de resultar muy divertidos resultan sumamente instructivos. Por lo general cualquier Asociación de Montañistas podrá indicarle quien los ofrece.
Sea cual sea la forma en que decida aprender a navegar, ésta es la única manera en que logrará cazar sin ayuda de terceros o dependiendo de las baterías de un GPS y de la altura de los árboles para poder captar la señal de los satélites. Además que una presa obtenida a pura brújula e ingenio tiene un sabor a trofeo que jamás tendrán trofeos más bellos, pero cazados con la ayuda de un profesional que nos lleve de la mano.

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