viernes, 26 de enero de 2007

Tecnicas de caza silenciosa


La caza silenciosa en una técnica de acecho especializada para el cazador de venados a pie. El éxito de esta modalidad depende de la extrema concentración y atención por parte del cazador, y exige buenas cualidades de paciencia y autocontrol. El correcto enfoque físico y psíquico, unido a la destreza y la puntería en condiciones de campo, hacen de la caza silenciosa un exigente y excitante deporte, y un medio efectivo de control de la población de venados.

La versión moderna de la antigua técnica de la caza silenciosa la describió con detalle la primera vez el cazador y autor norteamericano Theodore Van Dike, cuyo libro El Cazador Silencioso (1904) es un importante e influyente estudio de este arte. Entre las muchas destrezas que la caza silenciosa requiere, Van Dike puso especial énfasis en la observación cuidadosa: el éxito proviene de saber que hay que buscar y cómo buscarlo en el transcurso del acecho. El cazador silencioso se adiestra para emplear sus ojos como instrumentos de precisión, con una mirada lenta y profunda en búsqueda de señales mucho más sutiles que las imágenes obvias a las que los ojos del hombre moderno están acostumbrados. Debe aprender a encontrar indicios fundamentales en los más diminutos rastros.

Al enfrentarse en una zona boscosa o de monte, entremezclada tal vez con potrero, valles abiertos y tierras cultivadas, la primera tarea del cazador silencioso es averiguar en dónde es probable hallar al venado y tomarse la molestia de estudiar sus movimientos, hábitos y comportamiento dentro del área.

La presa principal del cazador silencioso por lo general es él venado cola blanca. Excepto en los bosques más remotos y poco perturbados, los movimientos del venado cola blanca son predominantemente nocturnos y crepusculares: se encama de día y se pone en marcha al atardecer y cuando obscurece. El movimiento y la alimentación continúan hasta el amanecer, cuando el venado nuevamente se escurre a su cobertura. Estos animales han desarrollado éste patrón de conducta en respuesta a las perturbaciones que causan muchas actividades humanas durante la jornada laborable normal. Para hacer su actividad más productiva, quien utiliza la técnica de caza silenciosa toma debida cuenta de éste esquema general de conducta, que las condiciones locales a menudo modifican. En algunas áreas, por ejemplo, los venados reaparecen regularmente de su cobertura a media mañana, para alimentarse brevemente y disfrutar del momento final de luz solar antes de volver al refugio. Éste es muchas veces el caso en aquellas áreas donde los cazadores acechan y producen regularmente perturbaciones al amanecer, y la experiencia ha enseñado a los venados que la molestia termina y el peligro desaparece a media mañana. Esos venados, que son saltarines y de difícil aproximación con las primeras luces, son mucho más accesibles 3 horas después.

El avance del cazador silencioso por el monte o a lo largo de sus linderos debe ser muy lento, y los principiantes proceden invariablemente con precipitación. Aun en el caso de una cuidadosa aproximación en contra del viento, el alarmante olor del cazador se disemina por una extensa zona a favor de la brisa y su desplazamiento en el monte alertará en el monte a cualquier venado. El movimiento lento minimiza la probabilidad de perturbaciones, y brinda máximas oportunidades de observar las deyecciones y las marcas de las pesuñas de los venados, las áreas aplastadas en donde se encamaron, las huellas y las brechas que utilizan, y las raspaduras y los terrenos desbrozados que visitan. Aun sin ver a un solo venado, todos éstos rastros ayudan a construir un panorama de su vida y su conducta en la zona.

Pero el fin último del cazador silencioso es localizar, seleccionar y abatir a un venado, de modo que el reconocimiento preliminar y el proceso de familiarización con el área deben culminar con la búsqueda de los propios animales. Una vez que sabe dónde y cuándo se hallaran los venados, el cazador se debe trasladar a una zona probable, donde tal vez deberá pasar varias horas dentro de unos pocos metros , moviéndose no más de unos cuantos centenares de metros y quizá menos.

Los venados se descubren fácilmente en campo abierto, en las tierras de cultivo, en los terrenos bajos o áreas de montes talados, pero el cazador silencioso va en busca de animales que estén en la cobertura o cerca de ella. Esto exige una técnica de observación cuidadosa y meticulosa para captar señales de la presencia de los venados. La vegetación interrumpe las siluetas más evidentes, de modo que si bien algunas veces el cazador podrá ver el cuerpo completo, es más probable que lo localice por la identificación, gracias a una aguda mirada, un mechón de pelo del costado las ancas, la crispadura de una oreja o el revoloteo de una cola.

Los binoculares representan una ayuda vital, aun en la cobertura más espesa. Puede resultar necesario escrutar minuciosamente con ellos una silueta o un contorno confuso, o una insinuación del color del venado entre la maleza a una distancia de unos pocos metros. Esta aproximación tan íntima significa, por supuesto, que se deben llevar los binoculares a los ojos con infinito cuidado. El cazador silencioso debe levantarlos varias decenas de veces durante una salida de 2 o 3 horas, de modo que la habilidad en su empleo es fundamental. Un vistazo rápido en redondo puede resultar apropiado para el acecho en campo abierto o en las colinas, pero en el monte todo debe hacerse con lentitud, evitando los movimientos bruscos y prestando minuciosa atención a las siluetas, las tonalidades de los colores, y la compleja trama de las formas del monte. Por ser un aparato de empleo muy constante, es conveniente que los binoculares sean de la mejor calidad.

La utilización cautelosa de los binoculares y luego del rifle se facilita en gran medida si el cazador lleva una estaca o soporte, práctica ésta común en Europa pero virtualmente desconocida en México y los Estados Unidos. Los largos períodos en que el cazador permanece inmóvil y de pie para observar con binoculares y luego disparar certeramente, se facilita mucho con una estaca de madera de laurel o pino con el extremo superior recubierto con un regatón de hule para asidero y amortiguamiento de los ruidos. Todo cazador que se familiariza con su empleo, como monipodio para afirmar los binoculares y el rifle y como ayuda para cruzar el terreno furtiva y silenciosamente, no lo abandona jamás.

El repertorio de habilidades del cazador silencioso es amplio, y su enfoque de la situación debe ser inteligente y casi infinitamente flexible si desea volcar a su favor las condiciones locales, pero hay una técnica que se debe mencionar como conclusión: es a veces posible aproximarse a los venados que se alimentan cautelosamente en terrenos abiertos hasta una distancia de tiro satisfactoria, si el avance se realiza "siguiendo las pisadas de la abuela". El éxito de éste método se basa en la relativa incapacidad de los venados para ver y resolver figuras humanas estáticas. De ésta forma, el cazador al acecho avanza cuidadosa y constantemente mientras el venado pastorea con la cabeza baja y permanece inmóvil cada vez que la levanta.

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