martes, 20 de marzo de 2007

Manejo de Fauna (Por Daniel Stilmann)



Conservacionismo versus Caza Mayor. El papel del Estado y la Actividad Privada en la explotación de la fauna como recurso renovable.

RESÚMEN. En la actualidad los grupos interesados en la conservación por un lado, y los deportes al aire libre por el otro, se disputan entre ellos el derecho al manejo del medio ambiente, incluyendo el de algunas de las especies animales. Estas disputas sin resolver llevan a la "no-acción", mientras el medio ambiente continúa deteriorándose. La situación es particularmente crítica en nuestro país, donde el Estado no cumple aún totalmente con el papel de custodio del medio ambiente y la actividad privada es aún insuficiente como para incidir favorablemente en la conservación y explotación racional de éste recurso renovable largamente ignorado.
Esta palabra, Conservación, suele ser confundida por el público con protección no planificada, o la falta de acción por parte del Estado, éste último sin recursos ni metas claras. Esto no resulta positivo para el medio ambiente ni las especies animales que se desea preservar. Por contraposición, la palabra cacería deportiva se asocia con matanzas indiscriminadas del pasado, que respondieron a razones comerciales y no deportivas y asociadas a la protección y desarrollo de las 4especies como lo es ahora. Todos estos grupos deben aunar fuerzas y fijar metas, ya que poseen un objetivo común. La conservación. Este artículo está destinado a resaltar dichos puntos, esclarecer el papel de cada uno y mostrar una posible salida al problema.
Quizá la mejor forma de forma de plantear el tema que nos interesa es por intermedio de ejemplos reales. Los mismos superan a cualquier análisis teórico y poseen la solidez de los hechos. Es por intermedio de estos que aprendemos.
Durante la década de los 80' la cacería de ciervos cola blanca en algunos condados del estado de Nueva York fue abolida por la presión de grupos "conservacionistas". La razón para esto fue proteger a los ciervos de su extinción y cruel destino.
Lo que comenzó como una idea humanitaria terminó en la pérdida de la mayor parte de la manada, llevándola al límite de la muerte por falta de alimentación. La misma creció hasta superar la capacidad de acarreo de la tierra, y con en el primer gran frío la mortandad la redujo al límite de la viabilidad. Fue necesario gastar grandes cantidades de dinero y horas hombre para salvar a los pocos sobrevivientes y, una vez que se retornó a los límites máximos, re introducir la caza deportiva a fines de mantener la población dentro de números aceptables. La lección fue que, al quitar del medio al predador natural de la especie, en este caso el hombre, la misma creció descontroladamente, llegando casi a desaparecer.
Lección número uno: El hombre es una de la herramientas que la Naturaleza designó para el control de la cantidad de individuos de muchas especies. Sí el hombre falla entran en acción algunos de los tres servo mecanismos de control para auto limitar la población: el hambre, el frío o la enfermedad.
El ejemplo próximo nos demuestra como el mismo animal, en la misma ubicación geográfica, pero décadas antes, fue diezmado hasta el borde de la extinción por motivos comerciales. A finales de 1800 y principios de 1900, la carne de ciervo era altamente apreciada por su valor culinario en el Este Americano. Esto casi lleva a la extinción del grupo, lo cual fue evitado vedando la cacería comercial y deportiva del ciervo e introduciendo nuevos ejemplares en el área, hasta que se alcanzaron niveles de población que forzaron a re establecer la cacería deportiva como factor de equilibrio.
Lección numero dos: No se extingue un animal por que se lo cace deportivamente. Se extingue por razones netamente monetarias que nada tienen que ver con el deportista.
En los dos casos vimos como motivos emocionales como aquellos del primer ejemplo, y económicos como en el segundo, pueden causar un grave perjuicio. Pero no son los únicos. Factores religiosos y culturales también pueden afectar de diferentes maneras a una misma especie.
Lo que para unos es sagrado para otros no lo es (pudiendo estar ambos acertados) lo cual nos da una idea de las enormes presiones que ejercen estos dos factores sobre la fauna, los cuales no deberían tener parte alguna en el dilema.
La fauna es propiedad de una Nación, la que está compuesta por individuos de diferentes creencias, las cuales no deben incidir en decisiones concernientes con el medio ambiente. Veamos un ejemplo de esto. Para muchos de los componentes de la sociedad occidental, la muerte de un vacuno no es motivo de preocupación. Es más; es un hecho planificado, ejecutado y justificado en toda su extensión.
Pocos se plantean en forma conflictiva el que un ternero sea cuidado y engordado en una jaula llamada estancia, a veces bajo condiciones miserables, con un fin conocido de antemano; terminar como hamburguesas. Cruel. Aún para nosotros. Más aún. Las ventas de estos animales, predestinados al sacrificio, es motivo de publicación diaria por parte de la prensa y ante nuestra total indiferencia se indica el número de "cabezas" y valor monetario.
¿Mostramos acaso la misma indiferencia cuando se mata un ciervo? ¿Aún que sea con fines idénticos a los que le damos a los vacunos? Por supuesto que no. Analizado lógicamente el hecho no debería mortificarnos más que la muerte de un vacuno. Pero no es así. ¿Por qué? Aquí es donde entran a jugar los factores culturales (esto se come, esto no), religiosos (animales sagrados), comerciales (esta carne vale, esta no) y emocionales (animal bueno, animal malo) mencionados. Por esto cazar un ciervo es visto como un hecho aberrante por muchos.
Pero analicemos en profundidad estos hechos. Por un lado el 90% de nuestra sociedad no ha encontrado hasta el momento un rédito económico en la crianza de ciervos para su comercialización. Esto convierte su carne en algo "distinto" (factor cultural). Y su muerte en algo "innecesario" (factor económico).
Por otro lado a estos animales se los proveyó de rasgos humanos (factor emocional no racional) por razones comerciales, como el film de Bambi, lo cual completa el círculo y deja en claro las diferentes "razones" para el rechazo.
Pero, ¿cuál; es la verdad, por horrenda que sea? Los ciervos y los vacunos son generadores de proteínas a partir de carbohidratos (pastos y hojas), lo cual los predestina a ser predados, particularmente por el hombre, que precisa de estas proteínas.
De lo contrario la existencia de estos animales no tendría sentido. Su razón de existir es la de ser intermediarios en la cadena alimenticia. Algunos pueden no estar de acuerdo con esto, o juzgarlo injusto, pero así fueron repartidas las cartas por la Naturaleza. ¿Entonces por que esa diferencia en el trato por parte de nuestra sociedad? ¿O es que nadie vio la mirada de un ternero antes de ser sacrificado? ¿O escuchó los quejidos de la langosta al perecer?
Para los hindúes la vaca es un animal sagrado, y su muerte es impensable. No así el ciervo, el cual comen. ¿Cómo cree Ud. que ellos ven un frigorífico? No de la misma manera que nosotros. Déjeme hacer otra pregunta. ¿Y si estos primos se volviesen intolerantes como algunos "anti" y nos exigiesen abstenernos de comer carne vacuna, cómo reaccionaríamos?
Probablemente preguntándoles que derecho creen tener para juzgar nuestras acciones. Esto pone en evidencia como hasta las creencias de los humanos son capaces de alterar profundamente el medio ambiente, favoreciendo el crecimiento de una especie en particular en detrimento de otras. Y también nos enseña que el camino de la convivencia no es el prejuicio o la intolerancia. Ninguno de nosotros posee la verdad universal.
El ejemplo anterior nos permite arribar a una conclusión. El entendimiento entre "antis" y "pros" o "no cazadores" y "cazadores" pasa por la tolerancia. En el fondo ambos buscan lo mismo, aunque los medios para lograrlo y motivos suelan diferir. El resurgimiento de las especies animales es un deseo común.
Si aquellos que amamos la naturaleza de diferentes maneras nos volvemos intolerantes entre nosotros, las cosas podrían tornarse imposibles.
No estaría permitido hacer trekking por temor a alterar el normal desenvolvimiento de la fauna en su medio. Lo mismo ocurriría con la observación de pájaros y el canotaje. No podríamos utilizar los 4 x 4 por la erosión de los suelos que esto genera. El camping y el montañismo serían prohibidos debido a la contaminación visual que presuponen. La pesca y la caza seguirían el mismo camino por razones "humanitarias".
Poco a poco terminaríamos prohibiéndonos la vida al aire libre, autorizándola solo para aquellos dedicados a la producción agropecuaria, la cual como destructor del medio ambiente, es sin duda la número uno, junto con las grandes urbanizaciones. Y de esta manera acabaríamos con todas las especies "no útiles" y terminaríamos comiendo múltiples variaciones de hamburguesas con diferentes estilos de papas como plato único.
Con esto no se preconiza la anarquía, si no la posibilidad de disfrutar de la naturaleza en una forma segura como veremos posteriormente. No podemos olvidar que todos los humanos, de una manera u otra y sin excepción, somos predadores. Algunos asumidos, otros no, pero predadores al fin. Así fuimos creados y es inútil negar el hecho. Está en nuestra plantilla genética y el intentar alterarla puede ser peligroso. Podríamos condenar a algunas especies animales a la extinción por superpoblación. Una de nuestras funciones es la de establecer el equilibrio ambiental por medio de nuestra actividad predatoria. Ejerzamos esta función en forma menos selectiva en cuanto a presas se refiere. Quizá deberíamos criar menos vacas y más ciervos. O ranas.
Como ejemplo de conservacionismo correctamente aplicado valga el siguiente ejemplo. Hacia la llegada de Colón a las costas de América se estimaba la población de ciervos cola blanca de la región Norte del continente en un millón de cabezas.
En aquel tiempo la presión cinegética (caza) sobre los mismos podía considerarse despreciable. Hoy la misma es miles de veces mayor, pero a pesar de esto, la misma especie roza los treinta millones de cabezas gracias a los planes de conservación aplicados. Y a pesar de que cada año se caza en forma deportiva entre el 10 y 30% de la manada.
El éxito de esta política se basó en haber tomado en consideración a los cazadores, reglamentando su deporte y obteniendo de ellos la ayuda económica necesaria en plena época de depresión de los Estados Unidos para realizar los estudios de rigor, establecer un plan de acción e implementarlo.
Se logró de esta manera salvar a esta especie, aumentar su población, satisfacer a todos los grupos litigantes (cazadores y no cazadores) y generar una importante fuente de divisas para el estado, además de trabajo para la población en general. Fue Teddy Roosevelt, un amante de la caza y posteriormente presidente de ese país, uno de los propulsores de este movimiento conservacionista.
Hoy en día los deportes al aire libre son la séptima fuente de ingresos internos de los E.E.U.U. Estados como el de Tejas recibe un total relacionado con esta actividad igual a 5 billones de dólares anuales (Combined Revenues from Outdoors Sports).
Es importante entender que no es el hecho aislado de cazar o pescar deportivamente, y en esta última palabra está la clave, deportivamente, lo que termina con una especie. Muy por el contrario. Son otros motivos los que la aniquilan.
Los factores negativos generados de ciertas actividades económicas son los principales causantes del desequilibrio. Como el venado de las Pampas, el cual fue numeroso. El mismo no se extinguió por la caza, ya que su carne sabe mal y su cuero carece de valor actualmente. Fue aniquilado por el detrimento que sufrió su hábitat a manos de los ganaderos y por las enfermedades que se introdujeron junto con el ganado. Su ocaso fue dictaminado por los humanos en su afán de satisfacer sus necesidades materiales, no venatorias. Y nada se ha hecho, salvo prohibir su caza, para devolver su población a números viables. Para lograr esto último los venados de las Pampas deberían contar con un "sponsor" con dinero e interesado en ellos. Los cazadores podrían serlo.
Actualmente no es secreto que la fauna se protege dándole un valor comercial. Sólo en ese momento comienza el interés y cuidado por la misma. Tanto por el Estado como por el dueño de la tierra. Pero mientras esa fauna no tenga un valor, nadie será responsable por la misma.
Como tampoco se la protege prohibiendo su cacería. Son los cazadores los únicos dispuestos y capaces de aportar los fondos para su conservación mediante el pago de licencias y permisos.
Tampoco el furtivismo se combate prohibiendo la actividad, si no por medio de la educación y, en los casos que es necesario, permitiendo la caza de ciertas especies a aquellos pobladores nativos que dependen de la misma para su subsistencia. Un ejemplo altamente viable de esta política lo constituye Alaska.
La caza deportiva es sin duda, uno de los pocos medios que han demostrado tener el poder económico y el interés necesario para hacer renacer más de una especie.
Ciervos, elefantes y otros grupos se han visto beneficiados por esta actividad. Si bien en nuestro país la misma está legalizada en algunas Provincias, falta aún implementar a fondo su cumplimiento por parte del Estado, en particular el control del furtivismo. Todo es cuestión de aplicar los criterios conservacionistas en forma correcta, buscando la ayuda económica de aquellos interesados en que la especie no se extinga. Y esto es algo que debe estar claro para toda la sociedad, incluyendo a los "no cazadores", "cazadores" y a aquellos funcionarios del gobierno que son responsables por el patrimonio de la Nación.
¿Podemos hacer nosotros lo mismo? ¿Seremos capaces de salvar al venado de las Pampas, al ciervo de los pantanos y al huemul? Otras naciones, entre ellas algunas más pobres y otras más ricas que la nuestra, lo han logrado. No es cuestión de fondos solamente, sino de interés personal y conocimiento. Debemos intentarlo. Comencemos por ser más tolerantes entre nosotros y abiertos al intercambio. Busquemos de sumar ideas con un fin común y comprometamos a aquellos responsables en nuestro gobierno en el intento. Respetemos al medio ambiente. Es una manera de respetarnos

3 comentarios:

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-Othmar Vohringer-

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